Cuando te cuadra un buen baño
No es habitual que te cuadre un buen baño, pero cuando sucede es para celebrarlo.
Se alinearon los planetas desde el primer momento. Tenía la tarde ocupada por tareas varias, pero un golpe de suerte hizo que las acabara en un abrir y cerrar de ojos, a tiempo para plantearme ir a echar un vistazo a la playa. Sabía que había subido el mar, y que el viento era flojo, así que metí la tabla y el traje en el coche y me lancé a la carretera.
El segundo golpe de suerte fue llegar al parking y encontrarme que los dos coches que tenía delante de mí no miraron bien y dejaron pasar una plaza que iba a liberarse. ¿Sería una señal divina el encontrar un aparcamiento frente a la playa en uno de los días más calurosos del año al primer intento? No había duda, Dios me había hablado.
Mientras daba la vuelta al traje y me cambiaba fueron muchos los que me preguntaron si salí, y yo con una pequeña sonrisa en la cara y un tono de condescendencia repetía que acababa de llegar.
Y para colmo, fue entrar al agua y encontrarme muy poca gente en el pico elegido. Eran olas fáciles de coger, rápidas (a veces demasiado), y con fuerza en el último tramo. Durante una hora fue un no parar de coger olas, hasta que la pleamar se presentó rápidamente, los picos se llenaron, y las series comenzaron a tardar.
Hoy el mar ha bajado algo, no mucho. Será una bajada efímera, porque ya a partir del mediodía subirá otra vez hasta un tamaño parecido al de ayer a la tarde, o quizá algo más a última hora. El viento acompañará durante todo el día.
Se alinearon los planetas desde el primer momento. Tenía la tarde ocupada por tareas varias, pero un golpe de suerte hizo que las acabara en un abrir y cerrar de ojos, a tiempo para plantearme ir a echar un vistazo a la playa. Sabía que había subido el mar, y que el viento era flojo, así que metí la tabla y el traje en el coche y me lancé a la carretera.
El segundo golpe de suerte fue llegar al parking y encontrarme que los dos coches que tenía delante de mí no miraron bien y dejaron pasar una plaza que iba a liberarse. ¿Sería una señal divina el encontrar un aparcamiento frente a la playa en uno de los días más calurosos del año al primer intento? No había duda, Dios me había hablado.
Mientras daba la vuelta al traje y me cambiaba fueron muchos los que me preguntaron si salí, y yo con una pequeña sonrisa en la cara y un tono de condescendencia repetía que acababa de llegar.
Y para colmo, fue entrar al agua y encontrarme muy poca gente en el pico elegido. Eran olas fáciles de coger, rápidas (a veces demasiado), y con fuerza en el último tramo. Durante una hora fue un no parar de coger olas, hasta que la pleamar se presentó rápidamente, los picos se llenaron, y las series comenzaron a tardar.
Hoy el mar ha bajado algo, no mucho. Será una bajada efímera, porque ya a partir del mediodía subirá otra vez hasta un tamaño parecido al de ayer a la tarde, o quizá algo más a última hora. El viento acompañará durante todo el día.
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