Diario de un confinamiento: Día 9

Hace días que ha llegado la primavera y yo sin darme cuenta.

Ahora que hay más tiempo, uno se da cuenta que amanece más temprano, el sol tarda cada vez más en caer, y sus rayos calientan más.

Si no fuera por el dichoso virus, muchos de nosotros estaríamos ahora dando vueltas con el coche al parking de la playa, buscando un hueco para aparcar. Ansiosos, nos habríamos quitado por el camino los zapatos y los calcetines, dando la vuelta al traje de surf en cada parada obligatoria por los semáforos. Muchos nos preguntaríamos si ya es hora del 3/2 o me todavía con el 4/3 se está bien. ¿Y los chapos? Bueno, ya preguntaré a alguno que salga del agua.

Normalmente hasta mediados de abril no me quito el traje de invierno pero si pudiera entraría en bañador. Pero no, hay que quedarse en casa.

Todavía tengo pendiente aclarar el traje del último baño. He de reconocer que lo he olido y ya no me repulsa ese olor. Me trae buenos recuerdos, y quizá una infección la próxima vez que me lo ponga.

Las tablas están como las dejé, sucias, pese a que me dije que el primer día que hiciera el calor suficiente le iba a quitar la parafa para dejarlas listas. Cambiar la cuerda de la tabla, revisar el invento, remojar el 3/2. Son muchas cosas las que tengo pendientes. No hay prisa.

Hoy he vuelto a mirar la webcam. No lo debía haber hecho.