Cuentos - La esencia

Casi todo el mundo estaba demasiado impaciente después de dos semanas de mal tiempo por lo que remaban a todo lo que se movía. Jorge no. Él llevaba estudiando el mar media hora en tierra y otra media en el agua. Esperó la tercera ola de la serie, la más bonita, la más fuerte, remó apenas dos brazadas y se puso de pie. Tomó velocidad con la tabla y mordió un par de veces la ola con sus quillas. De repente, algo inesperado se cruzó en su camino. Un chaval de no más de quince años salió de la nada. El pobre estaba intentando ponerse de pie pero no lo conseguía.

- Voyyyyyyyy! - Voyyyyyyyy!
- Eeeeeh!
Nada, no oía nada. El chico estaba absorto en la ola. Era la segunda ola entera que pillaba después de un trillón de espumones por lo que tenía puestos todos sus sentidos en no caerse de la tabla. Lo inevitable sucedió. Jorge intentó pasarle entre la ola y el pero su quilla se enganchó en el invento del chaval y cayó.

- ¿Tu de qué vas tío ?¿No me has odio? A ver si miramos un poco!!! - gritó Jorge dando un puñetazo al agua.
- Joder!!! Coño!!!!
El pobre chaval miró Jorge con el horror gravado en su cara.
- Perdona, no te había visto - le susurró a Jorge sin atreverse a levantar más la voz
- y luego ya no he podido parar, perdona.
A Jorge no le valían las explicaciones, había esperado esa ola y un maldito crío se la había jodido.
Tomó la tabla, se la puso en el pecho y comenzó a remar hacia el pico. Cuando le separaban tres o cuatro metros se acordó del principio de todo, cuando tenía la misma edad que ese crío. Dio la vuelta y se acercó a él.
- Oye chaval, así no vas a hacer nada, te pones demasiado atrás en la tabla....